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Misa Tradicional




A la misa tradicional, para los que no saben, suele nombrársela también cómo "Misa en Latín" o "Misa Tridentina" o "Misa de Siempre", todos nombres muy decorosos que le da la Iglesia y que se ha ganado con el paso de los siglos.

Porque la verdad es que la misa tradicional tiene ya más de un milenio en la historia de la Iglesia, y una multitud de personas de todas las épocas de todos los lugares del universo se han nutrido asistiendo a ella. 

Santos antiguos (San Benito) y santos modernos (el Padre Pío de Pietrelcina). Reyes y reinas (Santa Isabel de Portugal, San Fernando de Castilla, San Luis de Francia), pero también pobres y humildes trabajadores (San Isidro Labrador). Ilustres fundadores de congregaciones (Santo Domingo de Guzmán), pero también humildísimos monjes que limpiaban el convento y lavaban los platos (San Martín de Porres). Fervorosos misioneros de mil países (San Francisco Javier) y monjitas de clausura (Santa Teresita de Lisieux). Niños (Santo Domingo Savio) y ancianos (San Felipe Neri), madres de familia (Mamá Margarita o Santa Juana de Aza), matrimonios (los papás de Santa Teresita), jovencitas (Santa María Goretti), soldados (San Martín de Tours), jueces (Santo Tomás Moro), abogados (San Alfonso María de Ligorio), médicos (San Camilo de Lelis o San Roque), Papas (San Pío V), grandes teólogos y filósofos (Santo Tomás de Aquino) y rudos amigos de Dios como el Beato mexicano Miguel Gómez Loza. ¡Y hasta argentinos! Cómo nuestro querido Beato Ceferino Namuncurá o el Padre Gabriel Brochero. Nuestros dos más grandes hérores nacionales: el General San Martín y el General Belgrano eran asiduos de la Santa Misa (tradicional). La historia nos muestra gente de diversos idiomas, culturas, épocas, en distintos estamentos de la sociedad, hombres y mujeres, recaudando grandísimos beneficios de la misa tradicional.

Una caterva de mentirosos depravados hizo creer a los católicos durante años que la Misa de Siempre fue suprimida por el Concilio Vaticano II, lo cuál es una burda patraña. La Misa Tradicional nunca fue suprimida ni prohibida por la Iglesia en ningún documento. El sacerdote o el obispo que hoy día sostiene esta idea miente, y es un insolente que desafía las palabras de los Papas en la Historia, y recientemente, las de Su Santidad Benedicto XVI, quién expresó: es lícito celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano promulgado por el beato Juan XXIII en 1962, que no se ha abrogado nunca” (Motu Proprio Summorum Pontificum, 2007).

El latín, el silencio, los gestos del sacerdote, el canto del órgano, los salmos, las oraciones hacen de éste rito un verdadero tesoro de gracias espirituales para los que asisten, un muestrario de la santidad y del amor que la Iglesia tiene a Dios y también una lección de cultura y de religión: 

¿Y si probamos con conocer la Misa Tradicional?

Pruebe con buscar quién es el sacerdote o la congregación religiosa más cercana a su domicilio que reza la Misa de Siempre. Y no tenga miedo en viajar para asistir…, que el amor de Dios tampoco sabe de distancias ni medidas...!