*** Rebelión restauradora: Expresión
del Cardenal Ratzinger a los Obispos de Chile, 13 de julio de 1988.
por el Acólito suplente
Algunos
amigos me solicitan constantemente explicaciones sobre nuestra defensa de la
Misa Tradicional, de Mons. Lefebvre y la Fraternidad San Pío X y otros temas
conectados.
Ciertamente el fenómeno encuentra cada año nuevos interesados, cosa
que habla de su vigencia. Por lo tanto, he pensado en la posibilidad de
sistematizar algunas explicaciones que pueden contribuir a encuadrar el tema en
sus justos términos, así como traer luz
en la confusión generada especialmente por los sectores progresistas y neoconservadores
de la Iglesia, que por no plantear bien el problema, terminan deformándolo.
Para comenzar
debemos decir que el tema en cuestión debe plantearse en distintos niveles,
muchos de los cuáles exceden los límites de este trabajo. Una simple enunciación
nos llevaría a proponer:
a. Un nivel
teológico.
b. Un nivel
histórico.
c. Un nivel
jurídico.
d. Un nivel
litúrgico.
En el primer
nivel, que claramente supera al trabajo del historiador, es necesario definir
la importancia de los temas que nos ocupan desde la doctrina y la mirada
sobrenatural. Nos referimos concretamente al valor de la Santa Misa y su
importancia para la vida del catolicismo.
No tiene sentido elaborar una
explicación de los otros niveles a una persona que desconoce estos temas, mucho
menos si no tiene fe. Hacemos esta advertencia en un doble sentido, el primero,
para avisar que nosotros suponemos que estos temas están incorporados en el
acervo de quién esto lee. Si no lo está, antes que andar curioseando en temas
como el indulto de 1984 o de la sucesión de los abades del Barroux, conviene
ponerse a estudiar el Catecismo y un buen manual de teología.
Además,
advertimos también la inutilidad de ponerse a discutir sobre estos temas, y
sobre todo, reprender o reconvenir con dureza a personas que no tienen fe o su
fe se visto oscurecida por la mentalidad herética o revolucionaria. Dígase lo
mismo para un simple fiel que para un obispo. Si no tienen fe en la Santa Misa
o los sacramentos, con mucha caridad, hay que comenzar por allí nuestro apostolado
de misericordia...
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