“Hay pues dos profecías en el Evangelio que
parecen inconciliables: una es que “las
Puertas del Infierno no prevalecerán contra ella”; otra es que cuando
vuelva Cristo “apenas encontrará fe sobre
la tierra”. Y la conciliación debe de estar en el principio o norma que dio
Cristo a los suyos respecto a la
Sinagoga ya desolada y contaminada: “En la cátedra de Moisés
se sentaron y enseñaron los Escribas y Fariseos: vosotros haced todo lo que os
dijeren, pero no hagáis conforme a sus obras”. La Iglesia
no fallará nunca porque nunca enseñará la mentira; pero la Iglesia será un día
desolada, porque los que enseñan en ella hablarán y no harán, mandarán y no
servirán; y mezclando enseñanzas santas y sacras con ejemplos malos o nulos,
harán a la Iglesia
repugnante al mundo entero, excepto los poquísimos heroicamente constantes.
Los cuáles tendrán, sí, oh Agustín, una fe más grande que las montañas.”
Castellani, "El Evangelio de Jesucristo", Domingo 10º de Pentecostés.
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