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domingo, junio 23

Espíritu parroquial.

Si el lector sabe leer un poquito más detenidamente de lo que corresponde a un análisis superfluo, convendrá con nosotros que lo que en este artículo se dice para la Fraternidad Sacerdotal San Pío X bien vale para todos aquellos sacerdotes que cumplen en la actualidad una función "supletoria", dirigiendo almas, confesando, administrando sacramentos en lugares dónde los responsables de hacerlo, no lo hacen. O también los grupos de católicos que se ven obligados a "esquivar" su capilla o parroquia más cercana para buscar los sacramentos de la salvación en otro lado...



Estamos en tiempos difíciles para la historia de la Iglesia; ya lo sabemos. Y también sabemos que en los tiempos difíciles e inestables lo que hay que hacer es procurar, en la medida de lo posible, volver a lo estable, es decir, al espíritu en que la Iglesia ha trabajado siempre. Tales son los principios que nos inculcó siempre nuestro venerado Fundador.

Monseñor Lefebvre nos decía muchas veces que nuestra función, la de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X es una función supletoria. ¿Qué significa una función supletoria? Acudir al provecho de las personas que nos piden nuestra ayuda espiritual porque los sacerdotes que tendrían que ocuparse del bien de sus almas no lo hacen. Hoy en día los que tendrían que pastorear a las ovejas, ya no trabajan en su salvación y por eso recurren a la Fraternidad San Pío X, confiando recibir de ella lo que no reciben de sus pastores. De este modo, la atención de la Fraternidad se dirige principalmente a los fieles que piden su ayuda espiritual de modo real; sin esta petición de auxilio, los sacerdotes de la Fraternidad no tendrían una función definida.

Ahora bien: al acudir en auxilio de las almas, los sacerdotes de la Fraternidad ni pueden proceder del modo que les parezca, fruto de su invención. Ese modo de actuar que ya ha inventado la Iglesia: es la Parroquia. No cuesta mucho ver cómo han actuado siempre los sacerdotes, incluso los misioneros llegados al Nuevo Mundo: creando lugares de culto definidos por un edificio (iglesia) y un lugar al que acuden los fieles para cumplir sus obligaciones con Dios. Los mismos misioneros franciscanos y dominicos lo hicieron así: Juan Diego en México, por ejemplo recorría todos los días a pie una distancia considerable desde más allá de la Villa hasta Tlatelolco para asistir al Catecismo y la Misa. De este modo, los fieles concretan, si así podemos decir, su práctica religiosa con un lugar, unos pastores y un rebaño definidos.

Por los problemas actuales en la Iglesia que ya hemos evocado los fieles se han visto obligados a desvincularse de sus parroquias propias y a buscar la verdadera Misa y los verdaderos Sacramentos allí donde podían encontrarlos. Pero al ser muy pocos los sacerdotes que podían dar su ayuda, y al verse obligados a darla sólo de modo esporádico por sus continuos viajes y por la escasez de lugares de culto los fieles se han visto obligados durante algún tiempo a no poder asistir a la Misa de siempre más que de un modo irregular y en domicilios particulares.
Ahora bien: no hay que olvidar que ese modo de actuar aunque es bueno porque se trata de la asistencia a la Misa de siempre y de la recepción de los Sacramentos tal como la Iglesia debe darlos, tiene un gran peligro: desvincular de la vida parroquial, que el modo ideal que siempre ha propuesto la Iglesia. Si esa situación se prolonga mucho tiempo, puede ser causa de un gran mal para las almas, a pesar de tener la Misa y Sacramentos tradicionales. Por eso mismo, Mons. Lefebvre nos recordó siempre a los sacerdotes el deber que tenemos de actuar no a nuestro gusto sino procurando crear un ambiente en todo semejante al de la Parroquia.

La vida en la parroquia.

Es verdad que nuestros Prioratos y capillas no son Parroquias y el Padre Prior no tiene cargo como párroco porque no tiene jurisdicción ordinaria; pero queremos vivir en un ambiente semejante en todo a la Parroquia. De este modo, cuando Dios nos dé la gracia de las cosas vuelvan a su cauce normal, los fieles podrán seguir viviendo en el mismo espíritu de la Iglesia. Nadie sabe cuándo va a suceder eso, pero como la Función de la Fraternidad San Pío X es una función de suplencia, el día que volvamos a la normalidad, nuestra función habrá en cierto modo terminado.
Después de estas consideraciones, pasemos a un estudio de la vida parroquial y del espíritu de parroquia, que debe animar a todas nuestras obras. Parece que a algunos fieles les basta con asistir a la Misa Tradicional, sea donde sea, la diga quien la diga: “No importa dónde se asiste a Misa, lo que importa es ir y cumplir con ella”… Con lo que ya hemos dicho, basta para convencerse de que tal no es, ni siquiera en tiempos normales, una situación buena.

Pío XII y la Parroquia.

El Papa Pío XII habló dos veces sobre la vida de parroquia, en el año 1953. Son textos muy interesantes:

¿Qué es una parroquia? Es la parte más pequeña de la única y universal grey confiada por nuestro Señor a Pedro. Bajo la autoridad de un sacerdote responsable… es, en la iglesia de Jesucristo, la primera comunidad de vida cristiana, una comunidad ajustada humanamente de tal modo que el pastor pueda conocer a su rebaño y el rebaño a su pastor: Un territorio determinado le señala normalmente sus limites dentro de la diócesis, de tal modo que la parroquia está situada en una parte concreta del territorio” (18 de julio).

Para Pío XII hay una idea muy clara: la parroquia es la “primera comunidad de vida cristiana”. Se compone de un “territorio determinado y limitado”; la parroquia no es un centro de inestabilidad, sino todo lo contrario, un centro de estabilidad: es el mismo lugar donde todos los domingos se reúnen los católicos para dar el culto a Dios:

La parroquia es la Iglesia arraigada en el suelo de todos los países mediante sus instituciones permanentes y su rica experiencia: en torno a su campanario se suceden las generaciones, una tras otra, sin interrupción; las familias que han sellado su unión ante el altar no cesan de encontrar en ella el principio de su cohesión y de su fortaleza, mientras en la escuela católica sus hijos reciben una educación que con la fe sobrenatural perpetúa las virtudes tradicionales de la familia… Cuando se comprueban los peligros del éxodo del campo, cuando se han presenciado los desastres psicológicos y morales de los desplazamientos de habitantes, ¿cómo no apreciar el inestimable beneficio de una parroquia firme y estable para la sociedad?” (18 de julio).

Pío XII habla de los “peligros del éxodo del campo”, de toda la gente que tiene que abandonar su propia parroquia en la que se ha bautizado y en la que ha recibido los demás Sacramentos por cuestiones económicas y emigrar a la ciudad. El peligro está, según las palabras del Papa en que, al abandonar el vínculo hacia la propia parroquia, se puede igualmente perder el fundamento de la firmeza y estabilidad en la práctica cristiana.
En la parroquia, los fieles santifican el día del Señor y cumplen con todos sus deberes para con Dios:

Al pie del altar del sacrificio, en torno al púlpito de donde se recibe la palabra de la verdad, es donde el descanso dominical adquiere su pleno desarrollo: un descanso del trabajo, un reposo del cuerpo y del espíritu, sin duda… pero ante todo, es un día consagrado al culto de Dios, en la forma pública y social que le es debida” (18 de julio)

Para Pío XII, como vemos, cumplir con el precepto dominical no sólo es la Misa, sino también escuchar el sermón, “recibir la palabra de Dios”. La Misa dominical tiene que estar acompañado por el sermón, pues la ley de la Iglesia obliga a los párrocos a que se prediquen los domingos y días festivos (Código de Derecho canónico, can. 1344). No es normal asistir a una Misa dominical en la que no haya sermón. En el sermón es donde el sacerdote enseña “todo lo que los fieles han de creer y practicar para salvarse” (Ibíd.., can. 1347).

Finalidad de la Parroquia

La verdadera función de la Parroquia y del sacerdote es la de llevar a las almas a Nuestro Señor; todos los medios que se empleen tienen que dirigirse a este fin:

Con el espíritu de esta unión común, vosotros debéis obrar - decía a los párrocos- incansablemente para que Jesús sea conocido, amado y servido por todos. No olvidéis que este es el fin de toda la vida parroquial. Lo demás es valorado en tanto en cuanto ayude a la consecución del fin que la Iglesia quiere obtener. El campo de deportes, el teatro, el cine parroquial, la misma escuela, si la hay instituciones todas utilísimas y frecuentemente necesarias, no son el centro de la parroquia. El centro es la iglesia, y en la iglesia el tabernáculo, con el confesionario a su lado; allí encuentran vida las almas muertas y recuperan la salud las enfermas” (11 de enero).

La Parroquia es, pues, la santificación de las almas por medio de la estabilidad. El Papa Pío XII define a los buenos feligreses de la parroquia:

Es necesario aprender a reconocer a los verdaderos fieles de la parroquia. Estos no se cuentan propiamente en el cine parroquial, ni en los desfiles y en las procesiones; ni siquiera, para ser exactos, en la sola misa dominical. Los verdaderos fieles, los vivos, se ven al pie del altar, cuando el sacerdote distribuye el Pan vivo bajad del cielo” (11 de enero).

Apostolado parroquial.

Pío XII aprueba los diferentes grupos de acción católica que puede haber en la parroquia, pero pide la “unión efectiva” de todos ellos para realizar el fin de ésta: la “unidad en el vértice”, que como ya ha señalado, “es la iglesia,  en la iglesia el tabernáculo, con el confesionario a su lado”.

Es necesario llegar a la unión efectiva de todas las fuerzas militantes… La unicidad, al destruir la variedad, sería un error estratégico en la ordenación del frente católico. Ninguna duda, por lo tanto, de que deba ser grande el respeto a las varias Asociaciones aprobadas y bendecidas por la Iglesia, al menos mientras se conserven vivas y vitales. Pero una variedad dejada a sí misma, sin que vuelva a encontrar… la unidad en el vértice, tendría efectos dañosos en la dirección de la pacífica lucha por la conquista del mundo para Cristo” (11 de enero).

Nuestro apostolado tiene que finalizar, pues, en la Parroquia, no salirse de estos límites. Si no, es trabajar en balde. Catecismo, grupos de deporte, campamentos, etc., todo tiene que tener por finalidad atraer a la gente a una vida de parroquia, a esa estabilidad de la que habla Pío XII; de otro modo, es un apostolado que no da fruto verdadero. ¿De qué valdría, por ejemplo, organizar ceremonias de Primeras Comuniones que no van a dar fruto en la parroquia?: los niños recibirían a Jesús por primera vez, pero para la mayor parte sería la última. ¿De qué valdría proceder a Matrimonios desvinculados totalmente de una vida de parroquia? Recibir la gracia del Sacramento del Matrimonio y al día siguiente ponerse en pecado por no asistir siquiera a la Misa dominical…

Todo el apostolado parroquial tiene que emanar de una “fuerza centrífuga”: que sale de la Parroquia; y tiene que volver a ella por una “fuerza centrípeta”: que hace ir a la Parroquia. Y el centro de esta fuerza es Nuestro Señor. Por eso Pío XII había titulado su discurso del 18 de julio de 1953: “La parroquia, célula base de la sociedad”. Con este solo título lo dijo todo.


Estrella Solitaria – Suplementos -. Fraternidad Sacerdotal San Pío X, Priorato Cristo Rey, Santiago de Chile.

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