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martes, mayo 25

Lo que no se va a decir en el Te Deum del 25...



Sermón patriótico pronunciado en la Catedral de Buenos Aires el 25 de mayo de 1815 por fray Francisco de Paula Castañeda.


(Extractos)


“El día veinticinco de Mayo ya se considere como el padrón ó monumento* eterno de nuestra heroica fidelidad á Fernando VII, ó como el origen, principio y causa de nuestra absoluta independencia política, es y será siempre un día memorable y santo, que ha de amanecer cada año para perpetuar nuestras glorias, nuestro consuelo y nuestras felicidades” (…)


(…) “Finalmente, este acto heroico en la sustancia, circunstancia é intención, lo fué mucho más en su ejecución y exacto cumplimiento; porque la América, el día veinticinco de Mayo, no sólo prometió y juró guardar y defender la tierra para Fernando VII, sino que efectivamente con repetidos actos, á costa de peligros y mucho más á costa de su sangre, lo ha ejecutado y cumplido, guardando y defendiendo la tierra ya contra Napoleón y sus enemigos ya contra los mandones caducos é inertes; ya contra los europeos comuneros y contra sus repetidas importunas e injustas coalisiones; ya contra la misma España, que con su mal ejemplo y fuerza armada nos quería forzar á que variásemos nuestro primer juramento, para que fuésemos tan renegados, perjuros y rebeldes como ellos. Si, señores: contra la misma España, que nos quería también obligar a reconocer sus cortes ilegítimas; y últimamente nos halagaba con una constitución despilfarrada, nula, refractaria y atentadora de la autoridad real”. (…)


(…) “Por eso os dije al principio, devoto y amado pueblo mío en el Señor, por eso os dije al principio y concluyo ahora intimándoos, que celebreis este día consagrándolo al Señor en vuestras generaciones, con un culto sempiterno – “solemnem Domino in generationibus vestris culta sempiterno”. Lo consagréis, sin duda, si acertáis á emplearlo en obras dignas del Soberano autor y conservador de nuestra libertad política.

En este día, el magistrado debe soltar la vara de las manos para emplearse todo en actos de beneficencia pública: el poderoso debe derramar profusa y pródigamente sus tesoros en el seno de la indigencia; el padre de familia debe instruir á su posteridad y hacer comprender á sus tiernos hijos, que la libertad política es uno de los más grandes beneficios que Dios hace a las naciones que son suyas y que se deben aprovechar de esta gracia inextimable, no para abusar de la libertad, sino para ser hombres de bien y buenos cristianos”.


* [Exod. 12 v. 14]


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