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jueves, abril 22

Una leyenda sanjuanina.



MANSILLA, Alberto: Argentina tiene Héroes. Cinco semblanzas de la Guerra de Malvinas. Buenos Aires, Nueva Hispanidad, 2003, pp. 128 a 133.


Así en Malvinas, en una noche plena de estrellas (el Héroe las observa como desgranando cuentas de un rosario) este soldado valiente y enamorado fue, por un momento, la verdadera Argentina.


UNA LEYENDA SANJUANINA.


La Argentina del 11 al 12 de junio, es la Argentina del repliegue, pero también la de la resistencia tenaz y heroica; la de la tensión y el miedo, pero también la del coraje hasta la herida o la muerte; la de los conductores ausentes, pero la que se da cuenta, en su conciencia nacional, de que se juega su honor y su futuro. Nuestra Nación da testimonio así, una vez más, de que la dignidad nacional se construye a fuerza de sangre y sacrificio; de arrojo y de heroísmo; de dolor de muerte y de olvido de sí mismo.


El 12 de junio, las posiciones argentinas están ordenadas de este modo: al norte, sobre Wireless Ridge, la Compañía «A» y «C» del Regimiento de Infantería 7; un poco al sur la Compañía «A» del Regimiento de Infantería 3 y a retaguardia de las tres compañías el Escuadrón de Exploración de Caballería Blindada 10. Al sur de estas posiciones y al norte de Tumbledown, está la Compañía «B» del Regimiento de Infantería 6; en Tumbledown y Williams y Sapper Hill, el Batallón de Infantería de Marina 5, reforzado por la Compañía «C» del Regimiento de Infantería 3. A espaldas de este segundo cordón defensivo ya se ve Puerto Argentino.


Silva y sus hombres llegan en su repliegue a ésta última posición que ocupa el Batallón de Infantería de Marina 5. Los integrantes de esta unidad los reconocen y los guían entre los campos minados a sus posiciones. Nuestro héroe mantiene a su gente bajo su mando mientras que Llambías, que había tenido a su sección bajo fuertes combates durante largo tiempo, la manda a retaguardia.


Esa tarde y esa noche del 12 al 13 de junio, duermen en esas posiciones sin puesto asignado.


El 13 de junio a la mañana les ordena ocupar nuevas posiciones.


Llambías es enviado a una posición cuyo jefe está herido; y Silva va a la cuarta sección de la Compañía Nácar, bajo las órdenes del Teniente de Corbeta Vázquez, en la zona donde el responsable era el Teniente Miño; justo en la parte mas importante de Tumbledown.


Entonces estos dos hombres que han sellado su amistad con el sacrificio, se despiden: el oficial más joven le dice a nuestro héroe que presiente que le va a pasar algo. Silva, magnánimo y comprensivo, le asegura que eso no será así. Pero en caso de que a él le ocurriera algo, le pide que hable con el padre y le cuente todo.



Y se separan para no volver a verse jamás.

Ya está dispuesto que las colinas de Tumbledown sean el lugar del sacrificio. Debe ser allí y esa misma noche, como Dios lo quiere. Esto es lo que ya sabe el Subteniente Silva y, sin querer ser soberbio, se lo deja entrever al Subteniente Llambías.


Sólo falta ocupar su puesto y esperar.


Mientras tanto la Brigada 5 de Infantería al mando del Brigadier Tony Wilson es la encargada de sobrepasar a la brigada 3 de Comando (Comando 42, Comando 45 y Batallón de Paracaidistas 3) para atacar a los argentinos en la noche del 12 de junio. Pero el agotamiento por el esfuerzo realizado y algunos inconvenientes logísticos, posponen el ataque inglés.


El 13 de junio se prepara intensamente esta segunda fase de la maniobra británica. El Regimiento de Paracaidistas 2 se enfrentaría con las posiciones de Wireless Ridge, y contra Tumbledown y Williams irían los Guardias Escoceses y los Gurkhas.



El Teniente Coronel Chaundler, jefe de los paracaidistas, de acuerdo a sus experiencias (esta unidad ya había combatido en Ganso Verde) exige un gran apoyo de fuego: los morteros de los regimientos 2 y 3; los vehículos Scorpion y Scimitar, fuego naval, apoyo mas intenso de la artillería y la utilización de los misiles Milan. En una palabra, prepara un terrible poder de fuego para aniquilar sin combatir.



Y algo de esto hay en los combates; aunque los argentinos (dos compañías del Regimiento 7) no dejan que se cumpla totalmente.



Las alturas de Wireless Ridge son defendidas ferozmente y su desalojo cuesta mucha sangre inglesa.



Un poco más al sur los guardias escoceses se preparan para el combate. El Teniente Coronel Mike Scott piensa que lo mejor es lanzar un ataque de distracción desde el sureste, mientras que la ofensiva principal se lleva a cabo desde el oeste con tres fases de un ataque de compañía cada uno, contra cada sección de Tumbledown.



En la mañana del 13 de junio, el batallón se reúne en la zona de Goat Ridge y allí revisa el plan de ataque. La Compañía «G» avanzaría en primer lugar, seguida por la Compañía «Flanco izquierdo» y más atrás la Compañía «Flanco derecho». La fase uno consiste en que la Compañía «G» capture la parte más occidental de Tumbledown, luego la «flanco izquierdo» atraviesa a la anterior y lanza su ataque sobre la parte principal de la montaña (fase dos) y la fase tres consiste en que la Compañía «flanco derecho» rodee la anterior y asegure la parte oriental del objetivo.

Al llegar la excesivamente fría noche, se lanza el ataque de diversión al mando del mayor Nicholas Bethell. Los ingleses se hacen ver desde el sureste y se inicia un intercambio de fuego con Monte Williams. La resistencia argentina es encarnizada pero los británicos lanzan una cortina de fuego arrolladora. Este ataque lleva dos horas de duración y el avance sobre Tumbledown ya está en marcha. De manera que los hombres del mayor Bethell inician el repliegue no sin dejar mas heridos bajo el fuego de la artillería patriota.



A las 21 horas, la Compañía «G» inicia su avance y encuentra su objetivo abandonado o, mejor dicho, no ocupado por los argentinos. De manera que la primera fase (ocupación de la parte más occidental de Tumbledown) es rápidamente cumplida.



Mientras tanto, el plan táctico del mayor Kiszely (jefe de «Flanco izquierdo») es avanzar con dos pelotones, dejando el tercero de reserva. Ambas fracciones lo hacen: una al mando del Teniente Stuart trepa por el norte del cerro; mientras que la del teniente Mitchell, avanza hacia las posiciones enemigas por las laderas más bajas.



Pero en la parte principal de Tumbledown, la cuarta sección de la Compañía «Nácar», espera con ansias el combate. Vázquez desconoce los planes ingleses; pero tiene a su gente preparada para defender su posición; entre ellos al personal a cargo del Subteniente Silva. El ataque de diversión sobre Monte Williams los había alertado pero en sentido contrario a la verdadera maniobra británica. Porque mientras Bethell y sus hombres hostigaban a los hombres del BIM 5, los Guardias escoceses ocupaban la parte occidental de Tumbledown. Pero cuando inician el avance hacia la zona ocupada por la Compañía «Nácar», es inevitable la detección del enemigo por parte de los infantes argentinos.

Por eso un soldado patriota observa el movimiento del teniente Mitchell y abre el fuego.



Entonces comienza la epopeya.



En el cielo las estrellas dibujan ángeles, arcángeles y demonios en combate; porque por cada acción buena que se realiza en la tierra, una batalla se libra también en el cielo. Aquí abajo entre la turba y el frío, a imitación de aquellos de arriba, el Subteniente Silva entra en combate.



Lo atacan por el frente, una y otra vez, resistiendo siempre pese a la superioridad británica. Luego el pelotón inglés que va por la parte más elevada del cerro, comienza a disparar encerrando entre dos fuegos a la fracción de nuestro Héroe: Silva combate hacia delante y hacia atrás.



En esa situación relucen todas las condiciones del soldado y del jefe: combate, ordena, alienta, arrastra y empuja a la gente, lidera a sus hombres y colabora con la conducción de Vázquez. Es incansable. En medio del fantasmal ataque nocturno, con sus luces y oscuridades, con sus gritos y silencios, con sus siluetas irreconocibles; en medio de todo, está la figura del combatiente Oscar Silva. Nadie puede creer la energía que despliega este hombre. Parece animado por una fuerza superior a la humana, y más aún, se nota que le ha perdido el miedo a la muerte.



De pronto hieren al apuntador de FAP, arma muy necesaria en el combate. Silva no duda: salta de su posición y corre adonde estaba el soldado con el pesado fusil. Llega. Comprueba que está muerto. Sale de allí. Vuelve a su posición y cuando está por entrar en la misma, una ráfaga le impacta en la cintura y cae muerto.



Entonces termina la epopeya y comienza la leyenda.



Ésta nos habla de un joven sanjuanino que sale de su árida provincia dispuesto a defender su tierra hasta hacerse uno con ella.



Y este hombre es soldado. Porque es subordinado hasta el máximo sacrificio; obediente hasta la propia muerte; respetuoso de las jerarquías superiores; poseedor de las más grandes cualidades de mando, del sentido de la justicia y del mas austero ejemplo de vida.



Y este hombre es coraje porque aún con todo lo anterior un guerrero es nada si no lo tiene. Contra el valor no hay ningún arma, técnica o adelanto científico capaz de vencerlo.



Y este hombre es Amor pleno, llano, recto, indestructible, capaz de ser armadura, coraza y escudo; yelmo y espada; entrega y olvido de si mismo.



Así en Malvinas, en una noche plena de estrellas (el Héroe las observa como desgranando cuentas de un rosario) este soldado valiente y enamorado fue, por un momento, la verdadera Argentina.



4 comentarios:

  1. no me gusto .es algo sobisticada para los niños es muy comun ,todos los niñossaven de las islas malbieses esta nas.Aunque aveses esta mejor saber algo más ,igual malisimo

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  2. Estimado, tiene una forma de escribir muy curiosa. No entendí nada. Malísimo.

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  3. Rescatar la Imagen del Subteniente Silva en tiempos de tanto olvido, es una misión justa y necesaria. La Patria tiene mucos Heroes olvidados. Gracias

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  4. En estos tiempos difíciles que vivimos, es cuando mas necesitamos recordar y valorar a nuestros verdaderos héroes, hay gente que jamas entenderá sobre este tipo de sacrificios, pero somos muchos mas los que admiramos a los que dieron todo por nosotros, muy buen articulo!

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Estimados lectores: No estoy obligado a responder, pero haré el esfuerzo a la brevedad.