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domingo, agosto 8

Isidro, y el milagro del pozo seco.





Argentina es hoy la tierra triste que trata a los pequeños de tres maneras: o los aborta, o los entrega a la escuela pública o los maricones, o los asesina a balazos.


Isidro y el milagro del pozo.


Nos cuenta el relato histórico que San Isidro Labrador protagoniza un célebre milagro, recordado aún entre las almas pías que frecuentan el saludable recuerdo de los santos y sus obras. Al caer su pequeño hijo –Illán- a un pozo seco, Isidro, desconsolado, pide fervorosamente ayuda a la Madre de los Afligidos, la Virgen Santísima, y Dios opera el milagro: brota el agua del pozo hasta el brocal empujando al chico al exterior. El portento fue plasmado en singular óleo de Alfonso Cano y se nos viene a la memoria en este domingo, recordando a Isidro Buzali-Píparo, el bebé asesinado al recibir también los disparos que los homicidas dirigen a su madre. Es providencial el nombre, creo yo, colocado al pequeño. No se ha obrado el milagro del pozo, eso es evidente. Pero al menos, Isidro y su Santo Patrono refrescan la alicaída esperanza del pueblo argentino que si reconociera nuevamente la paternidad de Dios Nuestro Señor, éste podría nuevamente hacer que brote el agua hasta los bordes y se limpie el país de tanta inmundicia.


Las noticias van olvidando poco a poco a la familia Píparo y desde aquí pensamos que es momento de dejar constancia de algunos trazos que no merecen quedar en el olvido. Quede el primero asentado, y es el del pozo seco. Argentina es hoy tierra infecunda, pese a la tan mentada “reactivación económica” de la que habla el gobierno satánico y su arpía representante. Tierra seca, tierra muerta. Tierra dónde el pecado se enseñorea en las leyes de los putos y en la muerte en mano de los malhechores. Tierra dónde se persigue la virtud y se la suplante por el reino del goce y la enseñaza prostibularia de la televisión y del Ministerio de Educación. Tierra del martirio de los buenos. Tierra de la vergüenza de los tibios. Tierra sin Obispos.


Argentina es hoy la tierra triste que trata a los pequeños de tres maneras: o los aborta, o los entrega a la escuela pública o los maricones, o los asesina a balazos.


En segundo lugar, dejar asentadas dos cosas que no me gustarían que pasen desapercibidas, y no sé si han sido publicadas en alguno de los medios (ni en los masivos, ni en los medios católicos que aún pelean el buen combate): Que la familia Buzali-Píparo es católica, de asistencia dominical a la Santa Misa. Que se recuerde este dato y sea motivo de obligación para nuestras oraciones al Señor. Estamos obligados a rezar por estos hermanos nuestros. Y para ellos, quede la esperanza puesta en el Señor. Que sea la Madre Dolorosa la que los ampare en estas terribles circunstancias. También decir que Isidro fue bautizado, el nombre del labriego glorioso no es ocioso, y los datos son serios. Dios lo sabe. Sería reconfortante comprobarlo, para que la tragedia se convierta también en apostolado fecundo, y los padres tomen conciencia de la urgencia de bautizar a los pequeños y la importancia de estar bien formados en la fe para saber responder en circunstancias adversas como esta.


Desde aquí, una palabra para el matrimonio Buzali-Piparo: A ella, salud para recomponerse. A él fortaleza cristiana en la desazón. A los dos, sepan perdonar.


A nosotros: no descansar nunca más en el combate contra la maldad asentada en nuestra tierra. Hoy domingo es el día del niño en Argentina. Y hoy, la situación de los niños deja bastante que desear. No podemos refugiarnos en el interior de la alegría, porque los que hoy disfrutamos del bienestar de nuestros chicos (hijos, nietos, sobrinos, ahijados) no debemos olvidar los deberes con la Patria, que es el conjunto de las familias. No transar más con el sistema corrupto y podrido. Y combatir efectivamente.


Buscaba para cerrar la opinión de los compañeros del combate. No he encontrado casi nada. Pero leo en el blog de la Revista Cabildo un poema del Padre Castellani que parece está pensado para este momento del país. Creo que nuestros amigos de Cabildo piensan igual. Terminemos entonces con el nostálgico Romance de la Pobre Patria:


Un país de plata, su nombre significa “La Plata”
y la plata va siendo lo único que se acata.

Pobre patria en manos de hombres tenderos o charlatanes,
¡será posible hayan muerto ya todos tus capitanes!


Cayetano de Santa María

(a)

El Renegáu.


ROMANCE DE LA POBRE PATRIA



La Argentina tiene más maestros que soldados;
eso sí, casi todos están desocupados.


Y de los ocupados, la mitad son judíos,
perfectamente empeñados en educar nuestros críos.


En la escuela normal les enseñan esto:
primero pedagogía y después encontrar puesto.


Y luego su oficio es en-señar a leer bien o mal
por medio de la escuela activa y de enseñanza sexual.

Con más otras diez materias precisas y necesarias
pero jamás supieron ni San Martín ni Hernandarias.


Después al pobre muchacho le dicen que es ciudadano,
que es un gran hombre y es el pueblo soberano.


Y que vaya a buscarse la vida de cabeza
en un empleo del Gobierno o en una compañía inglesa.


Porque la democracia le da el derecho de votar,
de opinar, de discutir, y dejarse explotar.


Pues vivimos en ciudad que no es ni Pekín ni Tiflis
aquí que en diez años solos eliminarán la “síflis”.


Un país libre, un país donde viene cada peje…
pero ni para un remedio se encuentra un solo hombre Jefe.


Aunque se encuentra un millón de jefitos de loquero
que ejercen la profesión que llaman politiquero.


Un país sin jefe, un país sin poeta,
un país que se divierte, un país que no se respeta,
un país corajudo y bravo para jugar a la ruleta.


“¡Qué Argentina al Sur, ni Argentina al Norte,
a mí lo que me agrada es bailar con corte!”.


Un país que no sabe bien adonde tira,
un país que mira bizco cuando mira,
un país que ha consentido que lo nutran de mentira.


Un país de plata, su nombre significa “La Plata”
y la plata va siendo lo único que se acata.


Pobre patria en manos de hombres tenderos o charlatanes,
¡será posible hayan muerto ya todos tus capitanes!


Pobre patria en este ambiente de necios y de pelaires;
¡Que Dios te mande tormenta y buenos aires!


Mas si yo tuviese un hijo le daría un buen caballo…
para huir de las escuelas, los pedantes, los diarios.


No le enseñaría a leer, mucho menos a escribir,
lo enviaría a las estancias a soñar el porvenir
y a aprender la única forma digna nuestra de morir.


P. Leonardo Castellani
(Tomado de su libro “Martita Ofelia y otros cuentos de fantasmas”)

Milagro del Pozo, Alonso Cano, 1638/40, Museo del Prado.

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