Datos de contacto.

Envíame tus comentarios o colaboraciones. Escríbeme un correo: renegau.renegau@gmail.com

domingo, agosto 22

De la muerte en las calles y el menosprecio de Dios.



Esta gente debiera de pasar un año entero en penitencia. 6 meses en oración ante el Santísimo, terminando con confesión general. 6 meses enseñando catequesis en un Penal, para que vean lo que han conseguido entre los jóvenes por abandonar la enseñanza de la Fe y de las buenas costumbres.

…nuestra respuesta a tanta malicia que se ciñe por los ya turbios cielos de la Patria no puede ser la de los folletitos, es hora de fortalecer los grupos de formación y militancia.


De la muerte en las calles y el menosprecio de Dios.


Si lo que me dice el fraile es cierto, y su amigo de la Secretaría del Vaticano es tan pero tan importante, es evidente que en Roma están calientes con los monseñores inoperantes de Argentina. Y no confían en el Nuncio. Y quieren informantes alternativos, como el fraile. Pero aún si no tuvieran a quién consultar en Argentina, bastaría con leer los diarios para llegar a la conclusión de que la Conferencia Episcopal Argentina vive en una nube de pedos y se agota en reuniones estériles, inútiles y perjudiciales. Porque aparte de desviar el tema de atención: que declararon en la jeta de Bergoglio y los Obispos una ley de maricones que es ultrajante y destructora de todo el poco rastro de dignidad que le quedaba al país, sin tener las pelotas suficientes para hacerse cargo del grave error cometido en años y años de abandono del combate, aparte se dan el lujo de agregar temas a la agenda, que lejos de ayudar, indignan más a este cronista: son los temas de la inseguridad y el aborto.


Digo que indignan más porque lejos de desviar el problema, se autoperjudican. Añaden a un fracaso, otro peor, como es el de la seguridad, y uno que se viene perdiendo abiertamente, como es el del aborto.


Pero nos detengamos un momento en cada uno.


En cuanto a la inseguridad, toda palabra es superflua, los hechos se nos presentan en dantesco espectáculo. Se ha perdido la soberanía y la posibilidad siquiera remota de caminar libremente por una calle. En la era de las escuelas públicas a montones y de los derechos civiles, algo tan simple como trasladarse a una plaza, tomar un colectivo, salir en el auto o volver del trabajo representa una aventura osada y peligrosa. La muerte se ha banalizado y la tragedia es el pan del día. En esta semana sola se podría armar un compendio claro y horroroso. “Matan a un policía a balazos frente a su familia”. “Salió a trabajar en moto y se llevó por delante un colectivo y murió. No llevaba casco”. “Le prendió fuego a su novia”. “El entregador de Carolina Píparo declaró que lo hizo por mil pesos”. ¡Por mil pesos que asesinen a una chica! Se ve a las claras que el problema no son los ladrones, sino que la violencia y la vida frenética son los causantes de tanta locura. Matar está a la mano del pibe de 14 años que se droga, del veterano mafioso o del imbécil del novio despechado. Y no hay reparos de conciencia. Es espantoso. Y decimos que este tema es también un fracaso de los Obispos porque en diez años no hay cuestión que no haya sido tan recurrente como los problemas sociales en la prédica vacía de los prelados. ¿Qué consiguieron en este campo?


"La inseguridad genera una sensación de desamparo que preocupa a todos" dice Oesterheld.


Que se vayan a cagar. Que admitan el fracaso.


Esta gente debiera de pasar un año entero en penitencia. 6 meses en oración ante el Santísimo, terminando con confesión general. 6 meses enseñando catequesis en un Penal, para que vean lo que han conseguido entre los jóvenes por abandonar la enseñanza de la Fe y de las buenas costumbres.


Con respecto al aborto, hemos presenciado en estas semanas, una pegatina masiva de afiches en lo que se ha denominado “campaña de concientización sobre la nuevos proyectos de ley”. Sin valorar el contenido de los carteles, que oscila entre los que están bien realizados y los mediocres, es terrible ver que la lucha que piensa entablar la Conferencia Episcopal Argentina se resume en pegar carteles por el centro. Los enemigos, dueños de la gran prensa, propietarios de cuantiosas fortunas destinadas a campañas publicitarias, instalados en la TV, la radio, las universidades, los colegios, con un trabajo y una dedicación full time se deben destartalar de la risa al pensar que toda la “cruzada” de la CEA quedará en panfletos.


Nosotros, lamentablemente, no podemos reírnos. Pero pensamos que si ésta es la única solución a adoptar, estamos fritos, y el camino al fracaso es seguro.


Pero queda, como siempre, la esperanza de los buenos. De estas últimas marchas y manifestaciones en que muchos católicos han despertado de un largo sueño, se han suscitado nuevas vocaciones al combate. Y como nuestra respuesta a tanta malicia que se ciñe por los ya turbios cielos de la Patria no puede ser la de los folletitos, es hora de fortalecer los grupos de formación y militancia.


Dónde no existan, que se funden grupos de estudios. Los domingos deben ser los días de catequesis y doctrina. Los padres que destinen el domingo para la lección del catecismo. Que la Televisión Pública y el Torneo Apertura se vayan a la mierda. Los niños deben aprender y fortalecerse en la Fe. En la semana hay que reunir a las familias que han participados de las marchas, y prepararlas para lo peor. Hay que saberse en guerra. Estudiar y aprender cada vez más de las cosas de la Patria y la Iglesia. Los grupos de militancia deben prepararse para chocar en la escuela. Ganar los profesores que más se puedan. La Educación Argentina tiene deficiencias graves: ¿Qué pasaría si se abandona de forma masiva las clases de ecuación sexual? Imprecar en clase a los docentes que se atrevan a injuriar la Iglesia. Levantarse e irse de los cursos. Hacerse respetar en la oficina. Es hora de acción, no exenta de vergüenza y persecución.


Lógico, estas palabras seguirán siendo una locura para el católico liberal y mistongo. Pero si tan sólo algún benévolo lector encontrara sentido en ellas… Pero eso ya es cosa de Dios Nuestro Señor. Mientras tanto, vamos concluyendo por hoy.


El título de esta editorial hacia referencia a “La muerte en las calles”, novela de don Manuel Gálvez. Obviamente que la situación es la diametralmente opuesta. Los que murieron en aquellas calles de los años 1806 y 1807 tuvieron la muerte heroica en la defensa de la Patria agredida. Pero hoy la muerte es desgraciada, absurda, y… al alcance de la mano. Aquella muerte de las Invasiones Inglesas tuvo finalmente a Dios como garante del sacrificio. Hoy intentemos que sea igual. Que no nos mate un chorro para quitarnos el celular. Perdamos la vida combatiendo la perversión y el vicio enseñoreado en nuestra pobre y triste Patria. Y Dios –lo ha prometido- no nos dará la espalda.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Estimados lectores: No estoy obligado a responder, pero haré el esfuerzo a la brevedad.