Hay que resistir.
No hay que aturdirse con la vocinglería absurda de los que, en el fondo, persiguen nuestra dependencia de sus planteos.
No hay que hacer uso legal de la enfermedad sino recuperar la salud.
No hay que institucionalizar las patologías sino cultivar las causas benignas que impidan su expansión.
No hay que perder el tiempo con los profesionales de la verborrea y los maestros de la derrota decorosa.
Hay que resistir.
Hogar por hogar, cuadra a cuadra, parroquia a parroquia, hasta que con las casas construidas sobre piedras que aguanten las lluvias y los ríos salidos de cauce, podamos edificar, desafiantes, la Ciudad de Dios en la Argentina.
Antonio Caponnetto.
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