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lunes, junio 21

Una mirada al problema desde España.


Tomado de Arbil Nº 86


Afortunadamente, la Iglesia y gran parte de la sociedad no se rigen por modas, no se venden por unos votos más o menos y no se doblegan por presiones de ningún foro. Otra cosa es que buena parte de nuestra sociedad se haya empantanado tanto en sus costumbres y moral que aquí nadie sabe ya lo que es bueno o malo. Todo vale. Lo realmente vergonzoso y lamentable es que se haya elevado a la categoría de dogma, lo que no pasa de ser una vulgar degradación moral, social y política.


“Matrimonio” entre homosexuales


por Alejo Fernández Pérez


Según el proyecto de ley ese matrimonio será el único contrato del Código Civil en el cual el incumplimiento de los deberes, que casi no existen, no conllevará pena alguna. O sea, que será más penado incumplir el contrato de compra-venta de un mulo o de un coche que el contrato matrimonial.

En los países occidentales más "progres" y ricos se ha desatado una carrera: la de quien legaliza antes a las uniones de homosexuales, equiparándolos en todos los aspectos, incuso los económicos, con los matrimonios normales: los de toda la vida, los de uno con una y para siempre.


Parece que una minoría, bien organizada, se ha empeñado en cargarse el mejor tesoro que tiene la sociedad: la familia. Para ello, el mejor camino es desprestegiar, banalizar y prostituir al matrimonio. Llámense como quieran a estas uniones entre homosexuales, que siempre han existido, pero jamás sean llamadas ni equiparadas al “matrimonio” de verdad. En Alemania las llaman : “Sociedades de Vida Registrada”.


En ninguna otra época como en la actual se ha aceptado el hecho de la homosexualidad con tanta comprensión como hoy. Lo que la Iglesia y la sociedad condenan en los homosexuales es lo mismo que condenan en los heterosexuales: el uso del sexo fuera de los límites de toda razón y moral, el engaño disimulado y la degeneración social. Y esto sí lo están imponiendo las mayorías políticas dominantes de media Europa, no la Iglesia, ni la sociedad ¿Dónde está la tan cacareada demanda social en que se escudan los políticos?.


Nuestra sociedades, están hartas de problemas ficticios que no existen más que en las mentes calenturienta de algunos progres -¿pero son progresistas?- y políticos, cuya única meta es el poder. En principio, se procede a una liquidación general de los prestigios valiosos, única forma en que los “bajitos” podrán sobresalir. Y el matrimonio goza universalmente de un inmenso prestigio.


Afortunadamente, la Iglesia y gran parte de la sociedad no se rigen por modas, no se venden por unos votos más o menos y no se doblegan por presiones de ningún foro. Otra cosa es que buena parte de nuestra sociedad se haya empantanado tanto en sus costumbres y moral que aquí nadie sabe ya lo que es bueno o malo. Todo vale. Lo realmente vergonzoso y lamentable es que se haya elevado a la categoría de dogma, lo que no pasa de ser una vulgar degradación moral, social y política.


Supongamos que se aprueban estas leyes. Por las mismas razones, a continuación, se exigirán leyes análogas para tres o más homosexuales. ¿Por qué no para dos o tres personas normales, sin enredos sexuales, que convivan juntas por motivos económicos, de trabajo o amistad? ¿Por qué no para ancianos jubilados que viven solos y no pretenden más que compañía? Al fin y al cabo lo que más importa son las subvenciones económicas, lógicas en familias que tienen o pueden tener, criar y mantener hijos; pero absurdas en los demás casos. Sin embargo, repita Vd. una tontería o barbaridad 1000 veces todos los años y, al final, aparecerán mentes sesudas que justificarán cualquier cosa. Y, siempre en nombre de la libertad, de la democracia, de la paz, de la justicia y de la solidaridad. ¡ Faltaría más!


La Iglesia, recordaba recientemente que «los hombres y mujeres con tendencias homosexuales deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza». Pide, al mismo tiempo, evitar «todo signo de discriminación injusta». ¿Por qué se ocultan estas afirmaciones en los medios de difusión? Son esos medios poderosos de difusión y presión que sirven a ideologías conocidas: fracasadas unas y vigentes otras.


La legalización de matrimonios entre homosexuales no es más que un eslabón de una larga cadena, una escaramuza que no tiene más objeto que despistar al personal sobre una guerra mucho mas amplia y trascendental: La destrucción de la civilización cristiana occidental. Un marxismo trasnochado fracasó estrepitosamente en el intento, pero algunos aún no se han enterado; un capitalismo en continua adaptación a los problemas sociales puede ser igual de peligroso. ¿Quién manda hoy? Unos dicen que los EE.UU., otros se decantan por las nuevas ideologías de la Globalización, la Nueva Era, …que juntas con las numerosas sectas, religiones y ONGs manejan importantes gobiernos nacionales, grupos sociales de todo tipo, y otros se limitan a bailar – aunque ellos crean otra cosa- al son que les toca una media docena de personas, casi ninguna política, situadas en el vértice de la pirámide del poder mundial.


Desgraciadamente, hablar del pensamiento cristiano y de recta razón a quienes no se mueven más que por el odio, el rencor, los votos, el poder o las riquezas es como arar en el agua. El pueblo, que no es tan tonto como creen ciertos políticos, y sí conoce el valor de la familia y del matrimonio. Difícilmente permitirá que “le den gato por liebre”


Buena parte de la clase política ya está demasiado desprestigiada, denigrada, infamada,…No les vendria mal un gesto de valor, de honestidad y de decencia política, negándose, por una vez, a ir por caminos equivocados. ¡Y ellos lo saben! Además, ¿ Quién conoce a algún político de relieve, que haya dado uno de sus hijos o hijas para ser adoptado por una de estas parejas?


Zapatero dixit: Los progres hemos decidido , tras largas deliberaciones y sin necesidad de consultar a nadie, que las uniones entre homosexules se llamarán “Matrimonios”. ¡Amén ¡ ¡ Si Señor!. Y dígannos ¿Por qué a nadie nunca jamás se le ocurrió tal sandez? ¿Por qué nunca jamás, en los últimos tres mil años de historia mundial, nadie en ningún país, tuvo una mente tan privilegiada ni una idea tan brillante, como para parir un engendro tal? ¿o fue un aborto?-. El simple hecho de discutir esta idea da náuseas. De ahora en adelante, gracias a los nuevos libertadores, podremos llamar a los ujieres del congreso ministros, a los bedeles de Institutos, catedráticos, a los cabos primero, generales; a los monaguillos, obispos y a los alcaldes, Presidentes de sus Comunidades. Así, nadie sabrá quien es quien. Todos seremos iguales devaluando, previamente, a generales, ministros, obispos y catedráticos. Todos tenemos los mismos derechos. De obligaciones ni se habla ¿p’a qué?


Según el proyecto de ley ese matrimonio será el único contrato del Código Civil en el cual el incumplimiento de los deberes, que casi no existen, no conllevará pena alguna. O sea, que será más penado incumplir el contrato de compra-venta de un mulo o de un coche que el contrato matrimonial. ¿ Por qué no se dice que los matrimonios entre homosexuales no suelen de durar, como promedio, más de 18 meses? ¿ Y los demás? ¿Nos hemos vuelto majaretas? Basta repetir mil veces los “beneficios” que nos reportará el matrimonio homosexual, utilizando mucha palabrería de libertad, justicia, igualdad,…para que un pueblo mansurrón siga obediente la consigna de cualquier pancarta.


En la actualidad nadie se preocupa de lo que hacen o dejen de hacer los homosexuales en sus vidas privadas. Seguirán como siempre: uniéndose o separándose cuando les plazca y a la mayoría nos traerán al fresco sus tendencias. Entonces ¿por qué usurpar un nombre que no les corresponde, causando un grave daño a otros grupos sociales mucho más numerosos? Posiblemente porque alguien ha visto en este grupo un nido de votos y a dicho: ¡ A por ellos, como sea y al precio que sea! Se les adjudicará el nombre de matrimonio pese a quien pese; se heredarán unos a los otros, aunque este privilegio no se les otorgue a unos viejecitos que vivan juntos, y serán gravemente sancionados todos aquellos que los “miren mal”. Por supuesto, la vida de los homosexuales les importa un comino, lo único que les importa es utilizarlos, halagarlos para con la suma de sus votos alcanzar o continuar en el poder. Los votos homosexuales les han salido bastante baratitos. Este problema artificial, sacado de la manga, servirá para encubrir o disimular los verdaderos problemas a los que son incapaces de hacer frente.


Además, matan a dos pájaros de un tiro porque igualando – aunque solo sea de nombre- al matrimonio de homosexuales con el normal, el de toda la vida, habrán conseguido devaluar seriamente al Matrimonio de verdad; y con el a la familia, que ya va cuesta abajo a toda velocidad entre divorcios, sexo y telebasura. Añadamos la trituración de la enseñanza, apuntillada para muchos años; los esfuerzos por eliminar a la Iglesia católica de la sociedad, y comprobaremos que los “nuevos progresistas” no pretenden más que destruir a nuestra ancestral cultura judeo-cristiana a toda costa. Pero ¿Por qué? ¿Por un puñado de votos, por el poder, por miedo a ciertos grupos de presión, por simple miopía mental, por …..?


No nos engañemos, los gobernantes socialistas españoles y sus acólitos se limitan a aplicar, obedientes, las directrices internacionales que emanan de fuertes grupo secretos de presión, con un poder internacional indudable y cuyos intereses tienen poco o nada que ver con los de España. Algún día tendremos que hablar de ellos. Algunas de estas ideologías o directrices son las mismas de hace casi un siglo, un poco añejas ¿no?. El caso de los homosexuales es sólo un eslabón más de una cadena mucho más larga, donde unos y otros son peones de un juego en el que somos simples espectadores. ¡Puritita democracia, no más! , que diría Cantinflas.



Alejo Fernández Pérez


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